Tantas emociones juntas, a veces, me atormentan. Si pudiera, armaría varios bolsillos para colocarlas. Llevaría uno donde colocar las alegrías, en otro las tristezas, los aprendizajes y en el último las sorpresas. Pondría entonces también, personas para llevar en cada uno de esos bolsillos. Como si fueran el reaseguro para compartir, cada experiencia que nos toca, con distinta gente. Sería tanto mas fácil!!
En mi caso, elegiría compartir las alegrías con mis amigas, a las que veo casi a diario. Para las tristezas, buscaría a Mamá (uno siempre en los momentos de dolor necesita ese vínculo primario en donde refugiarse). En el bolsillo del aprendizaje ubicaría a todos aquellos a los que pudiera ayudar con mi experiencia. Y en el de las sorpresas y sin dudarlo, a mi marido, para no aburrirme nunca, tener siempre anécdotas diferentes y que la vida con el jamás se transforme en rutina.
Claro está ,que no podemos elegir, que en la realidad estos bolsillos no existen. Pero si existen estos “lugares” en nuestra mente, en los que colocamos a la gente que querríamos que estuviera. Muchas veces, esta misma realidad, nos golpea una y otra vez y nos preguntamos a nosotros mismos: porque Fulano no esta en tal o cual situación? Porque a mi familia le cuesta tanto estar a mi lado cuando sufro? O cuestionamientos por el estilo.
La verdad es que muchas veces escucho la queja constante, lo que siempre pregunto es: le dijiste a Fulano que quisieras que comparta esos momentos o hablás con tu familia como para que se entere que hay días en que te sentís triste?
Sabe el otro que lugar queremos que ocupe en nuestra vida?
Siempre esperamos algo del otro y muchas veces no es posible que nos den aquello que necesitamos. Solo siendo claros con los demás podemos esperar o renunciar a lo que el otro tenga para darnos. A veces solo se trata de ser simples, sinceros y directos. Hagámosle saber que esperamos de ellos.
En mi caso, elegiría compartir las alegrías con mis amigas, a las que veo casi a diario. Para las tristezas, buscaría a Mamá (uno siempre en los momentos de dolor necesita ese vínculo primario en donde refugiarse). En el bolsillo del aprendizaje ubicaría a todos aquellos a los que pudiera ayudar con mi experiencia. Y en el de las sorpresas y sin dudarlo, a mi marido, para no aburrirme nunca, tener siempre anécdotas diferentes y que la vida con el jamás se transforme en rutina.
Claro está ,que no podemos elegir, que en la realidad estos bolsillos no existen. Pero si existen estos “lugares” en nuestra mente, en los que colocamos a la gente que querríamos que estuviera. Muchas veces, esta misma realidad, nos golpea una y otra vez y nos preguntamos a nosotros mismos: porque Fulano no esta en tal o cual situación? Porque a mi familia le cuesta tanto estar a mi lado cuando sufro? O cuestionamientos por el estilo.
La verdad es que muchas veces escucho la queja constante, lo que siempre pregunto es: le dijiste a Fulano que quisieras que comparta esos momentos o hablás con tu familia como para que se entere que hay días en que te sentís triste?
Sabe el otro que lugar queremos que ocupe en nuestra vida?
Siempre esperamos algo del otro y muchas veces no es posible que nos den aquello que necesitamos. Solo siendo claros con los demás podemos esperar o renunciar a lo que el otro tenga para darnos. A veces solo se trata de ser simples, sinceros y directos. Hagámosle saber que esperamos de ellos.
Que el dolor no nos impida ver al otro como ser humano que piensa y siente también a través de nuestro dolor.
1 comentario:
Que lindo Pao esto que escribiste! Me encantó! Gracias por dejar compartirlo!
silvi
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