A veces la vida nos pone en jaque justo en el momento en que estábamos por triunfar, que subíamos que llegaba lo mejor, lo esperábamos y de repente, sin aviso, perdemos.
Como si la vida se tratará de asignaciones que uno tiene que cumplir para irse en paz, o sentir que logró algo. Y de repente, cuando cosas graves suceden, nos damos cuenta que el pasado no solo no cuenta, sino que no era nada en comparación con el ahora. Que aquellos triunfos superficiales que llenaban nuestra vida diaria no eran mas que cosas insignificantes que distraian nuestra mente.
Ante la muerte, uno tiene la obligación de aceptarla, porque es lo único que no podemos cambiar y eso no solo nos enfrenta con la impotencia nunca antes experimentada sino también con esta sensación de aceptar humildemente mi destino, mi razón de ser, mi humanidad. Y que al fin de cuentas, en lo importante de la vida, casi no tenemos injerencia. Salvo la de vivirla. Y el modo en que decidamos vivirla siempre depende de nosotros.
Creo realmente que la pérdida ajena nos sacude por que nos enfrenta con nuestros propios miedos, nos preguntamos si realmente somos dueños de nuestra vida o si mañana podremos seguir vivos. Nos hace recapacitar un poco, nos pone en perspectiva, nos hace jerarquizar ciertos valores.
En cambio, cuando la pérdida es propia, como la de un hijo, la posibilidad de cambiar es casi diría, una obligación. Porque uno sale de ese shock inicial siendo ya distinto. Aceptándolo o no, queriendo cambiarlo o queriendo morir o no, es distinto. Ya nunca seremos los mismos. El lugar a la reflexión que tiene el que vivió nuestra pérdida , pero que es ajeno a ella, puede ser positivo en la medida en que el otro lo transforme en acción. Nosotros ,esa opción no la tenemos. Renacemos distintos, es como volver a nacer y vivir una nueva vida y mas allá de que suene contradictorio, esta es una nueva oportunidad. Vivamos la pérdida no solo como el dolor de ver partir a nuestro hijo, sino como una enseñanza que nos deja al partir,con la posibilidad de elegir un camino mas enriquecedor y espiritual del que veníamos viviendo.
2 comentarios:
Cuan real, tenemos la responsabilidad de elejir...Aprender de esa "gran enseñanza" o vivir en las penunbras del lamento eterno.
La responsabilidad es unica y personal!
Pero si nos negamos a aprender LA LECCION, no es como si volvieramos a matar a nuestros hijos?
Ahora si "acepto" que no quiere decir que estoy conforme con lo que paso, pero apartir de esa perdida fisica me tranformo, modifico, cambio, veo con los nuevos anteojos la vida, entonces si creo, que logramos hacer el honor a ellas, a ellas que fueron mas sabias que nosotras y por eso solo se nos adelantaron en el camino, solo eso, se nos adelantaron para ayudarnos a crecer, a apreder, a vivir diferente a RENACER, la palabra lo simplefica todo RE-NACER, es volver de esa muerte en vida a la vida....UFFFFFFF valla tarea!
CUESTA, PERO VALE LA PENA! POR ELLAS , POR NOSOTROS Y POR LOS QUE NOS RODEAN!
Me encanta poder leerte.
Gracias por compartir tu dolor-amor, de tu angel, asi nos ayudamos-mutuamente!
Marcela mama de Catalina y hna de Barbara, mis 2 angeles en el azul
Es cierto la vida cambiò, pero no quiero sentir una perdida. Perdida es algo que no voy a encontrar, que perdì. Gaby y Pato partieron y nuestra transformaciòn, familiar, me tiene que ayudar a encontrar ese nuevo camino, como decis vos Paola, algo que enriquece mi alma y que nos ayude a comprender que el hombre es mortal. Nunca se habla de la muerte es algo que les pasa a otras personas, pero no...aqui estamos. Gracias por tus pensamientos.
Annamaria- mami de Gabriel y Patricio
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